martes, 18 de octubre de 2011

Dale rosas

Alguien, quizá, necesitará una oración que le haga pensar en perdonar, aunque eso es algo que nace del fondo de nuestro íntimo ser y brota como una dulce florecilla en un páramo desierto, como si fuese un milagro.




Dale rosas


Dale rosas a tu enemigo
para que paso a paso,
pétalo a pétalo,
entre aromas furtivos
olvide el veneno
y la ponzoña negra
que le empuja en el camino;
y cuando el sol de la tarde
confunda su espalda
entre nubes que flotan
y orificios de gasa
que difuminan su brillo,
quizá lloren sus ojos
para regar otras flores
que pinten de amores
la cruz de su destino.



ManoloMadrid ©
Del poemario “Semillas de aire”

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Jazmines de primavera

Son tantos recuerdos los que rodean tu universo que pintan los cielos de opresivas brumas y la claridad del día se tamiza y apenas te permite ser tú mismo. Entonces consientes que tus pies te lleven por algún camino inesperado y consigues que la calma serene tu espíritu dejando que sedimenten los años.



Jazmines de primavera


Melaza de jazmines me seducía cada noche,
y perlas de aroma florecidas en dulces auras
con la seda de primavera acariciando mi piel
mientras ojos de tan persistente duermevela,
sin reproche ninguno, me dibujaban la cara
más allá de la cancela de mis reflexiones
como si fuesen desde mi alma los balcones.

Porque, aún, paseo largo, olvidando historias, .
separando el recuerdo dulce del más amargo
y otras veredas vencidas donde quedaron,
como si fuesen de la vida fogosos jalones,
amores delicados, suspiros que se fueron
amaneciendo arrancados, entre mis dedos,
con la mirada presa en generosos rincones. .

Pasos lentos, llenos de labios y murmullos,
tantos y tantos argumentos, reclusos e idos,
llevados y traídos, entre risas y aspavientos
sobre paseos de grava de frondosos jardines
donde quedaron escondidos los corazones,
y amores entre verdosos tilos, querubines
de hojas agitadas, dedos de manos excitadas. .

Y luego, olor de trepadoras sutiles, regalando
al aire travieso de la prematura mañana
desbordada de intrínsecas flores blancas,
temblorosa de campánulas de largos besos
rosas gentiles, enredando la sombra arcana
de amantes escritos, que miraban indecibles
el alfeizar, de geranios lleno, de mi ventana.



ManoloMadrid ©
Del poemario “Semillas de aire”

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miércoles, 12 de octubre de 2011

Versos del aura

Hay ocasiones en las que, llevado por algo inconsistente, abres un poemario terminado tiempo ha y encuentras que aquel poema cobra más fuerza corrigiendo algo y lo haces. Entonces sientes como si un pequeño pesar hubiese desaparecido de repente de tu memoria creativa. Es curioso como queda constancia de aquello que no te acabó de convencer en un día pretérito.







Versos del aura



De algún ignoto universo
sobre doradas trompetas,
presos en carros de aromas,
clarines de seda ungidos
susurrando con el viento
que se acuesta sobre trigos,
llegan besos de las nubes
en cofres de lluvia uncidos;
binzas de palabras dulces
para humedecer la tierra,
para que broten de noche
amores que te embargan
y misterios que te llevan;
susurran largas pestañas
que las recatadas velan,
y de jazmines suspiros
que los paseos del parque
dando zancadas aguaitan
en busca de más poemas,
para arrullar los versos
que de mis manos surgen,
frescas fuentes de agua
que armonizan rumorosas
en labios de trovadores
y tornasoles del alba.





Manolo Madrid
Del poemario “Frutas de invierno”

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domingo, 9 de octubre de 2011

Ensartaba los ojos







Son avecillas que discurren entre caminos de cielo y florestas de nubes que se dibujan con pinceles de aire y lágrimas de lluvia,que en algún instante besarán los campos de tus años, los frutos que nacieron para dejarte ser memoria de los que te quisieron con el corazón.




Ensartaba los ojos


Ensartaba los ojos
en el cielo
y rompía el espacio
que de allí me separaba,
rutilando las estrellas,
pupilas
que me llamaban.
Entretanto,
se derretía el tiempo
en el fondo de la nada,
impalpable,
infinito y eterno
como arena en el desierto,
partículas de nada
que escurren por los dedos.
También,
vibrando entre las sombras,
sonidos,
campanas que inventan
las notas,
ligaduras del alma
y sombras de los pasos,
huellas que me acompañan.
Ahora escucho timbales
encubriendo el piano
de trinos y arpegios lleno,
gritos que me cortejan
y tonos que me regalan.
Sueños como alondras
y voces en la noche,
edenes que quiero ver
para cuando no sea,
o acabe de ser.



Manolo Madrid
Del poemario “Palabras, sólo palabras”


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jueves, 6 de octubre de 2011

Sueño






Desde el misterio que en la noche se apodera de tu mente, nacen las ideas, como pequeñas larvas que luego se tiñen de colores, poemas de sueños y enigmas que se ignoran, hasta que llega el día y vuelan mariposas.



Sueño

Sueño que me estremece,
con esos blancos espectros,
cubiertos de capuchones
y largas togas doradas,
por las que asoman picudas
sus babuchas desgastadas,
alumbradas por las luces
de mil cirios temblorosos
al aire de madrugada.
Luego, en el cementerio,
tras esquivar los fosos
y saltar las sepulturas,
en un círculo sagrado
bailan mi cautiverio,
alumbrados de candelas,
al pie de un largo ciprés
arrancando de mi lecho
sosiego que me abrigaba.
Fantasmas de ser perverso,
demonios de madrugada,
los que danzáis en mi cama
con esos lúgubres cantos
en mi calma improvisada,
esbozando en mi universo
las heridas desgastadas
que en otro pasado tiempo
despellejaron mi alma.
Espíritus y aparecidos,
visiones disparatadas,
sombras que me quitáis
el sueño que me adormece
y mis desdichas sosiega,
disgregaos en el espacio,
que revestido de estrellas
vuestras voces apaga
y vuestra esencia desarma.
Sueño que me transporta
a otras vidas más hermosas,
no dejes que me amenacen
esas larvas traicioneras
asomadas en mi noche,
apagando el dulce aura
donde brillaba mi luna
la de la cara redonda,
la de mi buena fortuna.


Manolo Madrid
Del poemario “Palabras, sólo palabras”

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martes, 4 de octubre de 2011

Soplador de viento



Son las auras del poeta las que me llevan a otros sueños y otras vidas, son musas que me cantan y me rodean de mundos encantados desde donde me parece que no deseo marchar y se hace más bello el recuerdo que la realidad



Soplador de viento


Soplador de viento
suspira en la mañana,
decidor de versos

susúrrame una tarara
en un soplido de aire
que me lleve y que me traiga,
que avente la paja huera

y me diga muy bajito
las noticias de mi amada.
Soplador de auras,

aventador de nadas,

entona el canto del loco

para que suene la flauta
y rellene de agujeros
los pecados de mi alma,
para que vuele ligera,

y vuelva a ser un niño,

cuando la Luna salga.

Soplador de brisas,

cantautor de nanas,

pintad la noche estrellada

con poemas y sonrisas,
pintad mi sueño de flores

y soplad despacio una rosa,
para que sutiles aromas

colmen el viaje de ida
a un lucero que me acoja.


Manolo Madrid
Del poemario “Preguntando el camino”


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Tejas y tejas

Vuelan los pardales, pequeñas avecillas que habitan nuestras calles, nuestras terrazas y tejados y yo, hay veces que pienso en como nos verán ellos a nosotros, quizá piensen que sus refugios, esas tejas levantadas o agujeros en terraza o fachadas, los hemos dejado para que sean su refugio, el lugar donde situar sus nidos. Quizá piensen en porqué nosotros, los humanos, nos metemos debajo, lejos de la libertad que ellos gozan.




Tejas y tejas



Tejas rojas, tejas pardas,
palomares de las casas,

bosques de extrañas formas

que de agujeros y trampas
aprovechan de refugios
los pardales y otras razas
que no encontraron morada;
aledaños de los suburbios

sin arboledas cubiertas
de hojas y de ramas
que sirvieran de nidales
a tantas familias menudas,
avecillas de las ciudades

que mendigan cobertura.
Tejas y tejas, alares,

bordes de los tejados,

extraños montes y prados,

de antenas y chimeneas

profusamente plantados,
donde los ríos escurren

en pozos y desagües
de canalones chapados,
de plástico y uralita,

algunos de cinc colado,

que cuando no ha llovido

contemplan los pajarillos,
viendo el cauce escurrido

donde el agua se ha secado.


Manolo Madrid
Del poemario “Preguntando el camino”

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Sombra



Es en la noche cuando llega la sombra que me persigue, en la oscuridad me mira, me sonrie y me llama, con un susurro, con una sonrisa...


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Sombra

Sombra que te deslizas
sin palabras cuando duermo,
y que al llegar a mi lecho,
cada noche me acaricias,
en la oscuridad del sueño,
sonriéndome con dulzura
ofreciéndome los labios
para que yo sea tu dueño.
De dónde procedes, sombra,
que de la ausencia naces,
dónde colgaste tus alas
y tu vestido de ángel,
que no llamaste a mi puerta,
que mi nombre silenciaste,
que no agitaste el aire
siquiera para anunciarte.
Quién fuiste durante el día,
sombra, que de disfraz
te mostrabas recubierta,
evitando que mis ojos
descubriesen la osadía
del deambular pertinaz,
de aquel deseo incierto
en tu lánguido sonrojo.

Qué hacías en otro cielo,

aquel universo extraño,
radiante sombra ficticia,
en que el matiz de tu voz
mi nombre sigiloso decía,
sin concederme el descanso
que por acariciar tu mano
mi quimera concedería.
Qué quieres de mi noche,
sombra que me persigue,
que quisiste de mi día
que nunca me lo dijiste,
dime sombra quien eres,
que de tus labios germine
de sonidos tu nombre escrito
y apague mi melancolía.




Manolo Madrid
Del poemario “Palabras, sólo palabras”

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El fondo del lago



A veces piensas que la vida es un lago donde se deja acunar el alma, días y noches llenos de tranquila paz, suaves olas que te arropan y espejo terso que refleja el cielo que te cobija, hasta que el tiempo te hace mirar dentro de ti y encuentras que poco a poco el murmullo del transcurrir del tiempo te recuerda otros tiempos en que volabas en libertad.








El fondo del lago


Miraba el fondo del lago,
el alma,
aquella que me prestaron,
cristalinas aguas
de la vida.
También, sentía
el murmullo suave
de aquella brisa,
y escuchaba batir las alas
del ave
que en libertad volaba.
¡Pero, mira, mira ahora!,
mira las suaves olas
que sin querer abren mi barca,
desgarrando la calma,
rompiendo el espejo terso
bajo la quilla
y desgranando el hechizo
que tenía en la mañana.
Pero escucha,
escucha el eco sordo,
que poco a poco,
remo por remo,
va murmurando el tiempo.
Miraba,
miraba el fondo del alma,
el lago que me acunaba,
que ahora no es lago,
ahora, no es nada.




Manolo Madrid
Del Poemario “Palabras, sólo palabras”






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Cantos de guerra




Cantos de guerra




Quizá sea todo fruto de la imaginación, pero a veces las imágenes vuelan en el cielo de tus sueños y casi puedes sentirlas como algo real y crees que los vaticinios llegarán como llegan las nubes en los días de viento, aunque al despertar de madrugada sabes que todo fueron pesadillas que no deseas que nazcan con la mañana.








Cantos de guerra


Luego, vendrá la batalla,
escuché a los que gritaban,
que se llevará de la vida
entre espadas que se ciernen,
de una parte a los que caigan
y de otra los que quisieren;
así cantaba la trova
bajo el chaparro frondoso

que arropaba en el otero
a la amazona que se erguía
en un palafrén de verde
que con firmeza ceñía,
con voz que atronaba el aire,

con voz que llenaba el cielo

mientras los grajos y buitres
llegaban en largo vuelo,
acompañados sin tregua

por miles de cuervos negros
que volaban a ras del suelo,
contando con tristes tonos

a los muertos y los vivos,
entre quejas y entre gritos,

que con su sangre regaban

los trigos recién nacidos.
Aún, vendrán las manos,

que entre amores perdidos

mojarán los cuerpos yertos,
y las heridas abiertas

de los que fueron heridos,
dejando que nubes negras

lluevan sobre los campos
para borrar las huellas,
para enjuagar de sangre

los granos de las espigas
que antes fueron teñidos,
antes de que un testigo

llorando desde una loma
señale con mano inquieta,
el pan lleno de muerte

que ha salido enrojecido,
desde la muela vieja

que da vueltas y más vueltas
en el vientre del molino,
pidiendo morir de hambre

por no comer de la guerra,
lo que los amos dejaron

por egoísmo y envidias
en mitad de su camino.



Manolo Madrid
Del Poemario “Soplador de vientos”



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