jueves, 17 de julio de 2025

 

Del Tiempo
 

Del tiempo, ¿lo comentamos?,

los minutos y segundos

que cruzan sobre dolores

y luego los van borrando…

¿Tiene el tiempo propiedades

como la mano de un santo?

¡Ay como duelen los celos,

los amores terminados...!

Deja que cabalgue el tiempo,

deja que corra el caballo

y que cruce sobre el puente

sin que mires hacia abajo...

y el tiempo lo borra todo

sin dejarse nada a un lado...

¡Ábreme la puerta, corre!,

no pierdas segundos tristes

que muchos suman un año...

Mami... me ha dolido el brazo

y el tiempo me lo ha curado.

Mami… me dejó mi amante

y el tiempo ya lo ha olvidado...

Del tiempo, ¿lo comentamos?,

las horas tan rezagadas

curan y olvidan los amores…

del alma pura…

y los ardores de taberna

que corrieron

cada noche y se marcharon

por el día; las semanas,

los meses, te resucitan

y alivian la travesía.

Del tiempo, ¿lo comentamos?

Entonces pregunté al tiempo:

¿Cómo alivio mi dolor?:

— ¡Tú, déjame caminar!

El tiempo me respondió.

 

Manolo Madrid

 

 

 

 

 

martes, 15 de julio de 2025

 

No mires a los lados

 

Pero me abstraigo en el camino,

ojos que se llevan zuritas que vuelan,

las torcaces que transitan

alborotadas por el Sol que se va y se pone,

y cruzan embobadas la carretera ámbar,

asfalto amarillo y deslumbrante mientras huyes

con tus manos al volante y regalas la vida

a la tórtola perdida, paloma que atraviesa

ante tu propia huida;

deja que pase el campo

y se aleje a los lados

y tú, conduce,

mira al frente,

olvida los flancos,

son barbechos pardos,

son eriales y tierras de secano, para que

salten de cunetas pájaros apresurados

y tú, marcha y olvida, no mires a los lados,

quizá salte una gaya buscando nido o casa,

pareja que cuide patria;

al abrigo... pichones escondidos.

No mires a los lados ni oigas los ruidos

y las manos al volante, ojos fijos

al dorado sol pintando valles, olivos,

la curva que reduce tu marcha de sigilo;

no mires a los lados y deja el lecho abierto

para otro destino,

para más mendigos,

pobres de amor,

perdidos de la vida que saltan raudos

al camino. Pero tú... tus manos al volante

y no mires a los lados, deja que corran

los campos, deja que salten las perdices, deja

que salten a los lados y no mires, olvida...

deja que pasen los eriales, las lomas, prados,

y llegue la Luna que sirve para pintar

iguales las cunetas, las torcaces, y la huida

que te lleva tan largo, y no mires a los lados.

 

Manolo Madrid

lunes, 14 de julio de 2025

 FERIA DEL LIBRO DE VALENCIA DE DON JUAN (LEÓN)

Puse al público varios de mis libros, ya sabéis que tengo   28 publicados. La novedad que aún no ha sido presentada, ha sido mi poemario "cuando yo me muera". Espero presentarlo en Valladolid en Perversos y Casa Museo de José Zorrilla y en La Bañeza  en la Casa del poeta.





domingo, 13 de julio de 2025

 

Aniversarios

 

Y llegaron las fechas

como alondras en vuelo,

sutiles se posaron en tu mano;

son besos transparentes,

labios secos que no se esperan,

pétalos de jacinto

o de lilas en la sombra,

algo distinto

donde trepan campánulas,

enredadas hiedras,

rojas bocas de virgen parra,

ramas hermanas,

con el viento de otoño

agitando las hojuelas,

brozuelas que se arrancaron,

algo que se agarra,

vuelo de aniversarios.

Y no quieres dejarlos entrar,

que duelen largo,

son emisarios

que se olvidaron en otras tapias

de color blanco,

otros ríos que fueron

poco a poco secando. 

Cómo mira esa sombra,

que nunca hubo pasado del rellano

y el timbre de tu puerta… apagado,

que no estaba hecho

para entretener tu cansancio,

tampoco era un hermano,

y te quedas parado,

atando tus ojos gachos

que contemplan la alfombra

donde se callan tus pasos

y donde el contraluz juega

con antiguos cuadros.


Pero tú no deseas aniversarios,

santos,

cumpleaños,

regalos para días caídos,

rotos de calendarios

con los domingos rojos pintados a un lado,

otra mentira de tardes largas

donde dormir más siestas abandonado.

 

Manolo Madrid

 

 

viernes, 11 de julio de 2025

 

Que a veces

 

Que a veces siento

que ya me va harto y no deseo

contar más tiempo, mirar más nubes,

ni oír de chicharras más conciertos.

Que deseo,

y a veces así lo siento,

quedar tirado en la hierba de la vida,

como si calles de bullir y transcurrir de gente

fuesen prados y yo el césped,

o floridos arrabales de color verde,

con farolas de luz disfrazadas de chaparros y palmerales

y yo, adobes y mayólicas o terracotas

para dejarme dormir sin finales que me despierten

y me alejen nuevamente de paradigmas,

de ideas inconclusas

y ansiedades de abandono.

Que, siento a veces,

y a veces siento, navegar por un desierto

y más que olas son dunas de arenas sonoras

que se gritan unas a otras,

como crestas secas de un mar de bocas. 

Y me gusta, entonces, ver arbolear los mástiles de la vida

y dibujar floridas volutas de nubes

con los picos de masteleros y sus bocas de lobo,

orzando en el aire los cabos y las drizas que gritan navegando,

mientras me dejo arrastrar

y me dejo recostar en aceras de calles de una ciudad,

o en senderos de algún pueblo montaraz.

 

Y miro a mi ras, en la noche nacida, los zapatos agitarse

huyendo de la soledad,

buscando el otro par,

y me dejo llevar

y siento que me llega la luz

de farolas sin extinguir

y siento que voy harto de contar horas

y latidos,

y suspirar gemidos en desiertos de intimidad.

Mientras, me dejo abandonar

por si algún viento de Poniente

me quiera llevar navegando hacia el Oriente.

 

Manolo Madrid

 

jueves, 10 de julio de 2025

 

Estrofa a Miguel Hernández

(Alusión a “Las nanas de la cebolla”)

 

Desperté de ser niño:

Nunca despiertes,

triste llevo la boca:

Ríete siempre,

siempre en la cuna,

defendiendo la risa

pluma por pluma.

Miguel Hernández

 

Nunca dejé de ser niño, Miguel,

porque huelo jazmines y azahares

cuando me acerco a puentes del final,

con mi río de sangre al mar muriendo.

Porque aquellas aceñas de mi cauce

pobláronse de versos escarchados,

entretanto las flores van diciendo

que llegarían más risas y besos…

Que aún flotan los brillos en mis ojos

y recuerdan alegres pensamientos,

como las viejas cartas del desván,

que dicen de olor rancio, desaliños

que escribieron lejanos otros niños

y cerraron los labios más cercanos.

 

Manolo Madrid

 

martes, 8 de julio de 2025

 

Me detengo a veces

(De mi poemario “Poemas para un destierro”)

 

Que a veces me detengo a pensar en mi propiedad mental,

en la longitud de mi destino;

es como vaho en mi camino…

como una niebla que me sujeta en ideas que aparecen desde el sino,

árboles de espinas entre gotas suspendidas,

siluetas apenas definidas,

ramas truncadas, espesuras,

hojas sujetando frágiles nidos,

palomares, ataduras,

cubiles y madrigueras,

en ráfagas de aire que se llevan las golondrinas.

Y entonces me desvanezco de la vida,

del sendero que me lleva,

que me obliga

y aparecen historias:

diatribas con la propia identidad,

afrentas con los días,

injurias con mis noches,

censuras con el alma que parecía dormida.

Y aún con mi yo,

con mis críticas

y mi ser abstracto:

el ente desmembrado de las cosas del día,

de las mentiras,

de soliloquios entre paredes huidas,

porque ya no siento el viento,

ni percibo la saliva de las nubes,

sólo besos de boca lasciva,

sólo las ideas de la gente,

volando entre la humanidad perdida.

Porque todos creen en su yo, en su fábula y su leyenda

sin entender que su casa es una esfera a la deriva,

que su savia es una esencia perdida,

un éter que se dobla,

se desvanece y mezcla en un espacio sin mesura.

¿Cuántos sueños y cuántas batallas encendidas para ser la nada que no se compra en medidas?

¿Por qué pelean y acaparan?, me pregunto…, mientras me abstraigo en el camino:

¿Por qué juntan en su bolsa tantos granos de maíz y de trigo?

¿Por qué desean la riqueza que nunca podrán llevar en su ida,

en su marcha, en su partida?

Un final que no pueden desestimar, ni prever en su huida.

Y el Universo inmediato, el Cosmos más cercano,

un intervalo que advierten con soberbia

pensando que ése es su compás,

el ritmo de su mano

y que lo pueden caminar

y lo pueden medir

con pasos altaneros y arrogantes,

una medida fatua que no soy capaz de entender,

mientras les miro arrastrar pies impregnados de sudor

y lo esquilman en costales y fardeles henchidos de lucro y dinero,

del poder obtenido de plegaduras del tiempo:

… tiempo…,

un concepto solamente,

una eternidad,

una existencia desde la perpetuidad,

únicamente una amplitud sin final que desean acotar

egoístas y prepotentes,

un jirón de aire que quieren quitar a la gente:

entidades sencillas,

un algo más para sumar a su concepto de que aún es poco lo que acaparan, aunque el peso les agobie y rompa sus rodillas.

Y ahora, nuevamente, mis ojos parecen nublados en la cencellada

y mis ojos estudian los troncos y las ramas

y mis ojos acechan humildes las llegadas de las noches,

de cada noche,

para que todo sea una espera igualada,

paradigmas de anagramas

donde ronde la Luna en lapsos vacíos de nadas,

sin reproches.

Porque a veces, me detengo en el hálito de quimeras

y estudio las sombras pintadas, color de avaricia y envidia,

dejando que la lluvia, llanto de nubes, empape mi cara

y deje mis células grises preparadas, con insidia,

para difuminar mi vida entre vidas de comparsas.

 

 Manolo Madrid

lunes, 7 de julio de 2025

 

No digo nada

 

Y cuando alguien duele mi alma

y consigue parar la savia

y decepciona mi sangre,

no digo nada

y silencio la campana

porque nadie venga a la Misa mayor,

porque voy y me lo aguanto;

me echo ese saco a la espalda

y mis pies los descalzo,

los llevo al camino de piedra rodada,

antaño corriendo el agua

y los sacos de sal desmantelando su peso,

derritiendo los pecados al cruzar el frío fluir

entre ojos vagos de ranas;

en tanto, la noche ronda vereda del rosicler

y chasquean los huesos de doloridos pasos,

secos los párpados y secos los recuerdos,

que son membrillos drenados al sol

y no dejan pulpa para hervir con azúcar

y degustar paladares;

porque voy y me lo aguanto

mientras orillo por río seco

y cuelgo los huaraches

al saco de abandonos y tropiezos,

con las faltas que ajan la conciencia pálida

y me dejo ir con mirada perdida,

esquivando el sol,

buscando lunas,

por medir la llegada de la noche,

donde abatiré mi sombra

tras pezuña de chaparro

y oír allá, agazapado,

gemidos de aire que busca el dolor

y darle tierra bajo un cañaveral seco,

dando la cuenta mermada

con algún eco de menos.

 

Manolo Madrid

domingo, 6 de julio de 2025

 

La gran tribulación

 

Ocurrirá como plaga financiera y será el caos

Universal y otros mundos indómitos sufrirán

el fracaso del dinero, una diáspora inesperada

recorriendo el Cosmos, negro azote agostando riquezas,

cerrando puertas, despachos, empresas y ayuntamientos.

Lloverán, cual tempestades, ríos de pobreza, inopia,

y escasez y la penuria vagará por cordilleras

y por valles y las manos de indigentes estarán

enseñando los caminos de los últimos vestigios

de plétora, exuberancia y medios de sobrevivir.

Esa será época oscura y de revolución social,

con las arengas de agentes políticos, sacerdotes

y estafadores subidos en escaños esquinados

que expondrán los exultantes productos de sus engaños

para atrapar los ingenuos en busca de otro futuro.

Abundarán los enviados de Iglesias y religiones

y los credos mostrarán su agresivo culto entre ellos

hasta aunar votos de fe, como fueren piñones verdes

en frutos colgando de ramas de conífera, dispuestos

para ser recolectados bajo un criterio usual.

Aún se unirán los dogmas y las consignas políticas,

un sólo líder común que obrará el milagro de paz

ficticia y de sociedad en calma, dejando la arana

volar sobre las cabezas con alas de pregoneros

y reclamos con los grandes modos para convertir.

Y así será pues la guerra. Y la necesidad y el látigo

lograrán la pleitesía de la masa social bajo

un dirigente propuesto en proféticas escrituras,

un adalid de careta y falsa identidad, principios

oscuros, dispuesto para regir la Tribulación.

 

 

Manolo Madrid

sábado, 5 de julio de 2025

 

Las palabras

 

Y llegan, rebotando entre fatigas, palabras…

palabras usadas que dicen mentiras,

quejas, iras

y frases amorosas en sumisos oídos

y propensos.

Y también para modular poemas

y darle cara al pueblo como vates y bardos

o políticos falsos de pamemas y lisonjas

y, más que nada, para ser torpes araneros

de los dioses, de vírgenes y religiones

que no sabremos nunca de donde aparecieron,

ni quienes fueron nómadas

que las trajeron.

Señales que no traen etiquetas de viaje,

ni ruta o indicaciones de cabotaje, sellos

o letreros de aduanas o terminales aéreas.

¿Quizá sean mensajes de otras razas

o especies alienígenas?

Tantas que pudieran estar

concebidas en galaxias alejadas.

Y les damos importancia por usarlas

en despedidas agrias. Y las retorcemos

en congojas de celos, manifiestas pasiones

y recuerdos amargos

de amores que murieron.

¿Qué poseen los verbos en baúles de voz?,

cual si fueren frutos secos de inquietante sabor

e inéditas texturas antes de abrir su piel

y mirar con pudor la frase que las modera

provocando sentidos íntimos que no vemos,

que estimulan el alma, el amor, el odio,

tantas y tantas ilusiones inducidas

y ungidas de terciopelo

en cáscara de volanderas

ideas que se fundan con el simple trapiche

de viento que se guarda más tarde con rubor…

 

 Manolo Madrid