viernes, 11 de julio de 2025

 

Que a veces

 

Que a veces siento

que ya me va harto y no deseo

contar más tiempo, mirar más nubes,

ni oír de chicharras más conciertos.

Que deseo,

y a veces así lo siento,

quedar tirado en la hierba de la vida,

como si calles de bullir y transcurrir de gente

fuesen prados y yo el césped,

o floridos arrabales de color verde,

con farolas de luz disfrazadas de chaparros y palmerales

y yo, adobes y mayólicas o terracotas

para dejarme dormir sin finales que me despierten

y me alejen nuevamente de paradigmas,

de ideas inconclusas

y ansiedades de abandono.

Que, siento a veces,

y a veces siento, navegar por un desierto

y más que olas son dunas de arenas sonoras

que se gritan unas a otras,

como crestas secas de un mar de bocas. 

Y me gusta, entonces, ver arbolear los mástiles de la vida

y dibujar floridas volutas de nubes

con los picos de masteleros y sus bocas de lobo,

orzando en el aire los cabos y las drizas que gritan navegando,

mientras me dejo arrastrar

y me dejo recostar en aceras de calles de una ciudad,

o en senderos de algún pueblo montaraz.

 

Y miro a mi ras, en la noche nacida, los zapatos agitarse

huyendo de la soledad,

buscando el otro par,

y me dejo llevar

y siento que me llega la luz

de farolas sin extinguir

y siento que voy harto de contar horas

y latidos,

y suspirar gemidos en desiertos de intimidad.

Mientras, me dejo abandonar

por si algún viento de Poniente

me quiera llevar navegando hacia el Oriente.

 

Manolo Madrid

 

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