martes, 24 de julio de 2018

A dos euros

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Como aquel,

poeta del largo mundo,


pensaba triste en su rama,


que por querer tener todo


nunca disfrutó de nada,


y no quisiera que fuere


y no quisiera en mi alma.



Manolo Madrid

De mi poemario "Alegorías plásticas"

martes, 12 de noviembre de 2013

EL ROEDOR BEODO



Casi un cuento para niños, pero en realidad una moraleja en octosílabos para aquellos que, con buena o mala intención, se dan al abuso de los placeres del vino, o de otro cualquier placer. Así en esta representación en la que el ratoncillo mira con deseo las cubas apiladas, tratando de idear alguna estrategia que le permita acceder a la ambrosía de su contenido, no piensa cual va a ser el futuro que le aguarda por dejarse llevar por su vicio, que le domina y le turba la razón.



Rondaba un ratón la cuba
dando vueltas y más vueltas,
mirando atento las duelas
y escrutando las rendijas,
rezándole al dios del vino
para que aflojase un poco
la espita que había arriba
y la gota que pendía
en surtidor convirtiese.
Miraba el roedor la vida
con ojillos de alegría
imaginando el percance
de bañarse en la piscina
de aquel mosto fermentado
que muy pronto manaría
del grifo de la barrica
e inundaría baldosas
con un néctar de ambrosía.
Pasaron noches y días,
corrieron compadres sobrios
dándole guiños de burla
que el ratoncito achispado
con desparpajo reía,
¡ya veréis cuando me bañe
con el dios Baco en orgía,
ya veréis cuando me sacie
de las uvas exprimidas!
Pasaron horas y ratos
sin que Dios hiciera caso
y el ansioso bebedor
subiose por la alacena
con la terca pretensión
de provocar que la cuba
rodase de su sillón,
royendo aquellas espigas
que frenaban el bidón.
Y con paciencia y ahínco
el ratoncillo achispado
aplicó sus incisivos
sobre las cuñas de pino,
trabajando por su vicio
que le pedía más vino
y tanto fue su roer
que la redonda cubeta
al suelo fuere a caer.
¡Ay, Baco de mis amores,
ay compañero de juerga!,
¿Por qué mi rabo has dejado
debajo de la barrica?,
que no me puedo mover
mientras el vino se aleja
hacia el fatal enrejado,
sin que se acerque a mi boca
atrapado de un costado.
¡Ay, amigos del lagar!,
que amargo es ver la riqueza
pasando bajo el bigote,
mientras mi alargada cola
permanece bien sujeta
al peso de ese gran bote
y a mi cuerpo en otro lado,
sin que lo pueda soltar
para bañarme en el lago.
Qué triste resulta la vida
cuando vives atrapado,
por un lado mi deseo,
por otro un peludo cabo;
qué enojo vive en mi tripa
cuando huelo la bebida
y miro el color tan tinto
marchando hacia el sumidero
mientras yo pierdo la vida.



Manolo Madrid
Del poemario “Poemas y susurros”




lunes, 21 de octubre de 2013

RIMAS EN OJO

RIMAS EN OJO

Un poema jocoso escrito en pentasílabos, donde utilizo la rima en ojo

Rimas en ojo
Ojito, ojo,
porque hoy no aojo,
por que me mojo
y si me mojo
voy y me encojo
y si me encojo,
voy y me enojo
y si me enojo,
yo me sonrojo
que no es antojo,
a ello me acojo
y allí me alojo,
como un despojo
de algún rastrojo
de color rojo
que yo recojo
en un manojo,
aunque yo escojo
algo de hinojo
por dar malhojo
a todo piojo
que vaya cojo
en petirrojo;
más paradojo
can paticojo,
pipiricojo,
en tolobojo
en desalojo
del gran serojo
por pechirrojo
en descordojo
del infrarrojo.
Manolo Madrid
Del poemario  “Poemas y susurros”
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viernes, 5 de julio de 2013

Dejad mi alma

A veces te dejas llevar en algún momento mago y piensas en esos poemas, los hijos de tus emociones, y crees que serán el recuerdo que dejes para que otros puedan sentir tu propio momento y compartir, tal vez recordar que fuiste un pequeño emisario de alguna musa que te empujó y te dio fuerza para interpretar la vida y el mundo enloquecido. Puede que algún eón futuro otra sociedad encuentre tus versos perdidios entre la radiación del cosmos.



Dejad mi alma
Dejad que entierre mi alma
entre los restos tardíos,
mirad, que cubran la tierra
esos pensamientos, ¡versos!,
que aún ayer fueron míos;
niebla en praderas de seda,
de vida alargado río
feraz entre vegas, ¡ojos!,
admirad bosques umbríos,
divisad de última vez
nieblas, rocíos…, palabras
de aquel alma estremecida,
de cadencias que enfatizan
la claridad de los días;
espigas entre las glebas
bajo las alas que vuelan,
que prefieren la simiente
de germinados poemas;
versos abiertos al mundo
como granitos de arena,
como llanto de las flores
escondido entre rocío…,
pintad historias tan rancias
con pétalos de colores…,
cambiad tantos sinsabores
por la musa del poeta,
colmando su corazón
con estrofas y canciones
para abundar sus oídos. Del poemario “Desde mi amura”
Manolo Madrid

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domingo, 19 de mayo de 2013

Una profecía nos amenaza con calamidades y terribles desgracias y una tras otra las siete trompetas preconizan tribulaciones e infortunios. ¿Será cierto que alguien pueda vaticinar tal cumulo de desventuras? O puede que la vida continúe hasta el infinito, una eternidad en que la especie humana sea capaz de convivir y repoblar el cosmos.

Siete trompetas
Sonó y retronó la primera
para que granizase fuego,
que más allá fue la segunda
quien tiñó de sangre el océano.


Y como la estrella de Ajenjo,
el veneno inundó las tardes
tras una tercera trompeta,
amargando todos los mares
emponzoñando aún los ríos,
llevándose mis pensamientos
por intrincados vericuetos
y por caminos retorcidos
que no siempre se hicieron míos.

Enturbiaron también recuerdos
con sombras de luceros negros
que por los prados y en los cerros
primero se hubieren caído;
en espera del nuevo aviso,
fuerte bramido que vibrase
de metales un gran tañido.

Y con alargado gemido
que preconiza oscuridades
que desde otro tercio han venido,
parte del cielo y del sol parte
y de luceros que dan brillo,
tan sólo dos de cada tres
sobrevivirán en la mente
como punteros de berilo,
hasta que un diferente arcángel
hiciera resonar la quinta.

Y después rompieron cadenas
los cuatro verdugos alados
para rellenar de tristeza
tantas noches que nos mandaron,
y también las mañanas tersas
que desde riberas mojadas
levantaban auras de vida
cuando vistieron los vergeles
con humedales de frescor
y de rocío mil manteles.

Entonces, se hizo todo fuego
y ejércitos de ciega ira
nos allanaron las montañas
y nos abrumaron los valles
con los tamboriles de guerra
que golpearon con las alas,
llevando a todo el universo
el estruendo más incesante
con enloquecidos timbales.

Y otros dos cientos de millones
fueron de caballos ungidos,
que rugieron entre sus bocas
como los leones salvajes,
derrumbando las fortalezas,
arrasando todo el planeta
hasta el fondo de los parajes.

Manolo Madrid
Del poemario “Está rompiendo el alba”

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De repente algo se avalanza desde la oscuridad y te posee. Quizá ya te ha ocurrido otras veces y lo temes, no sabes como escapar, eres impotente y las fuerzas te abandonan mientras los recuerdos crueles vuelan entre tus ideas perturbándote, acosándote y crees que te hundes en el abismo y crees que llegas a la cima más alta, y subes y bajas sin que puedas controlar nada de lo que te ocurre, sin que puedas vislumbrar el final.


Tensiones bipolares

Han llegado ya los cuervos
desde aquel planeta infierno.
Y van buscando mis ojos
como buitres carniceros;
las horas de la desidia
planeando sobre el cielo
y los sismos de mis manos
vislumbrados desde lejos
para impedirme tocar
y acariciar con mis dedos.
Como en escobas de arpías,
subidos en los recuerdos,
han regresado los crueles
para completar las horas
con gemidos y graznidos
y sonidos que me acechan
angustiosos, depresivos,
en círculos que se estrechan,
sin que dejen de indagar
intuitivos, repudiados,
intrusos y entrometidos,
causando brillos radiantes
y risas que se quebrantan
tratando con plañideras
que sus vestiduras rasgan,
desde agudas cordilleras,
con ornamentos de nieve
en los empinados picos,
tirando brazas de ira
para que trepen las zarzas
de indolentes apatías,
desde insondables barrancos
donde no existen salidas
ni aparecen nuevos días.



Manolo Madrid
Del poemario “Está rompiendo el alba”

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lunes, 13 de mayo de 2013

Noches y Lunas

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Noches y lunas
Pero ¿no has oído nunca
a los silencios que gritan
y los gritos que se ocultan?
¿Y no has mirado de frente
a las estrellas del cosmos
que en las heladas titilan?
Entonces no has caminado
en la noche por senderos
que se tuercen y se doblan
entre montañas de hielo
y lechuzas que te miran,
pasillos de mil tropiezos
ocultos entre la niebla
para llegar más arriba.
Y tampoco te dormiste
entre sábanas de hierba
que amortiguaban los pasos
de las musas que te siguen
haciéndose tan esquivas,
teniendo sobre tus ojos
tantos miles que te miran,
tantos luceros que corren
por estepas infinitas.
Y sin embargo la vida
te regala cada noche
y te quita cada día,
para que nazcan palabras
de los sueños que te acogen
como los brazos del ama
que te acunaba sonrisas
las veces que no dormías,
enseñándote la luna
que se desliza de plata
mientras te canta la nana
del lucero en la portilla
y te enamora su brillo
para que nazcan poemas
en el filo de tu alma.

Manolo Madrid
Del poemario “Poemas y susurros”

Adivina, adivinanza


Cuando el mago miró enfadado hacia sus viñas y vio que aún no habían dado uvas, sacudió su varita mágica en el aire tratando de hacerlas nacer y madurar con sus sortilegios, hasta que recordó que las uvas necesitaban tiempo, más que otra cosa.
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Adivina, adivinanza
Adivina, adivinanza,
murmuraba el viejo mago,
sentado con parsimonia
en el atrio de su casa,
bajo una parra verdosa
que las uvas no le daba.

¿Qué será lo que le falta
a tantas viñas plantadas
que mis cábalas desdeñan
para que el fruto aparezca
y que sus dulces sabores
llenen las cubas mañana?

Luego, se pasaba un rato,
sus ojos casi cerrados
y la solana en la tarde
tan inmediato rozando,
que del borde de su sayo
le caía casi a un lado,
entonces, sus despuntados
le asomaban a los labios
para trillar su rosario:

¿Qué será lo que no tienen
esas cepas tan tupidas,
que a pesar de mis conjuros
no me prodigan los granos
para calmar tanta sed
que el calor ha provocado?

Y de nuevo las cortinas
en sus párpados caían,
mitigando los reflejos
que la abrasadora tarde
ha venteado el verano,
desde el campanario agudo
hasta pardos olivares
de los campos más cercanos.

¿Qué faltaría en las ramas
de esa frondosa espesura
que a pesar de mis hechizos
la renta del año oculta
y con insistencia extraña
mi apetito no mesura?

Aunque, por más que su vara
en el bochorno esgrimía,
como si espada de guerra
al enemigo mostrase,
aquella tarde de junio
provocó un lance perdido,
que al adivino enfadado
en silencio le escapaba,
indomeñable y más fuerte,
tan escurridizo y terco,
guiando al de la cana barba
a medrar muy sigiloso
cuando en un momento sabio
le viniere a la memoria
que lo que a él le rebosaba,
a las viñas de su campo
todavía no llegaba,
recordó, con esa misma,
que ni el abono y el agua,
ni con varita de mago,
el tiempo no se compraba.

Manolo Madrid
Del poemario “Palabras, sólo palabras

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domingo, 12 de mayo de 2013

En recuerdo de Agustín,
otra tarde en que su recuerdo clamó desde algún cielo lluvioso.
Porque no es posible olvidarse de aquellos que tienen ese don y son capaces de transformar cualquier cosa de la realidad en algo lleno de fantasía y rima poética, otra tarde me dejé ir bajo una lluvia chispeante a visitar al maestro en su lugar de reposo.

Quién no fue…
Quién no fue a ver un poeta
entre silencios que increpan
y ciparisos cantores,
entre vientos que acarician
y pensamientos que vuelan;

quién no quiso a media tarde
esquivar fosas abiertas
para no indagar temores
y encontrar las osamentas;

quién izó la vista al aire
para ver correr las nubes
que lloraban primaveras
pintando charcos de lluvia
en los largos corredores
mientras pájaros de barro
entre las flores se esconden.

Manolo Madrid
Del poemario “Poemas y susurros”

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