No digo nada
Y cuando alguien duele mi alma
y consigue parar la savia
y decepciona mi sangre,no digo nada
y silencio la campana
porque nadie venga a la Misa mayor,
porque voy y me lo aguanto;
me echo ese saco a la espalda
y mis pies los descalzo,
los llevo al camino de piedra rodada,
antaño corriendo el agua
y los sacos de sal desmantelando su peso,
derritiendo los pecados al cruzar el frío fluir
entre ojos vagos de ranas;
en tanto, la noche ronda vereda del rosicler
y chasquean los huesos de doloridos pasos,
secos los párpados y secos los recuerdos,
que son membrillos drenados al sol
y no dejan pulpa para hervir con azúcar
y degustar paladares;
porque voy y me lo aguanto
mientras orillo por río seco
y cuelgo los huaraches
al saco de abandonos y tropiezos,
con las faltas que ajan la conciencia pálida
y me dejo ir con mirada perdida,
esquivando el sol,
buscando lunas,
por medir la llegada de la noche,
donde abatiré mi sombra
tras pezuña de chaparro
y oír allá, agazapado,
gemidos de aire que busca el dolor
y darle tierra bajo un cañaveral seco,
dando la cuenta mermada
con algún eco de menos.
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