lunes, 30 de junio de 2025

 

Mesias

 

Diste al tamo tus pasos, entre huellas

de taludes y sendas de mendigos,

calzadas de granito de avezados

y jardines de locos, perturbados;

llevaste las zancadas entre prados,

tupido y verde césped de pajizos

aljófares, regando los sembrados

sin advertir los ojos de testigos

y cruzaste los ríos y serpientes,

sandalias en rastrojos de trigales

y hacer nuevos caminos, ignorar

cunetas y pisadas y mirar

ausentes pensamientos volando por

serrijones, colinas que subir

y convencer, personas e indigentes

para vendar sus ojos con visiones

de Apocalipsis, pérfidos libretos

y fábulas de miedos y castigos

de universales fuegos y suplicios.

No te enuncies Mesías viendo lunas

ni contemplando soles, no te erijas

en ardedor de zarzas, rompedor

de becerros de oro, llovedor

de maná en las desérticas llanuras;

mejor será que vieres y mirases

formas de eludir trampas, artificios

implantados por curias y concilios,

sobornos de intelectos, de fortunas

menguadas donde vivan los nacidos

en tierras de carencias y mermados

frutos; mejor aleja la pobreza,

la malicia, aparta aquellos amos

que fustigan penurias para atar

con cadenas de sucia desventura

a esclavos proletarios, de cabezas

gachas cuando llegase el amo, un dios

que tutelas y escudas sin que increpes

su avaricia y ausencia de razón.

 

Manolo Madrid

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