Ella
Ella se fue inocente, su carita
mirando serena,
de ojos grandes y mirada clara,
su pregunta volando libre,
un luto incierto entre un dolor
Pero no
pudo ser.
Quizá
no hubo un Dios que se acordase
de
poner un ángel de la guarda
que
cuidase de ella y,
apenas
unos instantes en el Cosmos,
ella se
marchó.
No se
sabe bien a qué estrella fue.
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Ella se fue sin culpa…
con su sonrisa clara,
plácida en luz celeste,
de mirada con ojos
grandes, ojos de nubes
largas, las nubecillas
de hilos, hilos de seda
china y telas de araña,
urdidas con las manitas
que las cosen y las anudan
como si fuesen gasas;
ella se fue sin nada,
libre para buscar
preguntas de mil gavinas
y revuelos en el cielo,
danzas de libre vuelo
y dilemas que aletean,
golondrinas entre sollozos
y lances entre mis duelos,
duelos que no alcanzaban
el cielo de mis anhelos;
ella se fue tranquila
cierta bruna mañana,
ella se fue con ganas
para escurrir los surcos
de agua sobre mi cara,
triste de abandonar
entre mis manos secas
su florecida vida;
florecilla que se abre,
su alma recién llegada.
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