Tus silencios
Eternidades leves esos tus silencios,
remolinos inquietos de tu alma
que seducen misterios,
pensamientos,enmudecidos entre lapsos,
pensamientos de aire,
salvedades que surgen en el tiempo
o extravagantes frases sin vocales
y te quedaste tú dentro,
quedaste en silencio como si en desamor
dormido hubieses tu epicentro,
melena rubia al viento;
hebras inquietas cubren el soporte
de tus pasiones,
de tus deseos,
como tus desiertos,
momentos que te gritan desde dentro,
instantes que descubren tus verdades
y descubren tus miedos.
Y ellas, tus verdades, entre huracanes, aparecen,
silbando enloquecidas,
edificios de ciudades conocidas,
son palomas llevando en alas
signos y señales
de ideas que llegaron mucho antes;
mar de tus ojos verdes,
de tus ojos mar inquieto,
mar que lame playas,
lánguidas riberas infinitas
de algún descubrimiento.
Y silencios que te envuelven reposada,
silencios de ensimismada,
como terraza de petunias inundada
y declinando a un lado tu universo
donde olvidar desconciertos,
olvidar desamores
y que ajenas resbalen las miradas indagando,
malévolas, críticas,
pidiendo tus motivos, largo bosque
de preguntas que tú ignoras callada,
sin ver el universo que te envuelve.
Sigilos de ti misma para ser fiel esclava,
sumisa de ocultos que guardabas
en pliegues de tu pecho,
tu coraza,
armadura para oídos, para ojos, para intrusos,
para cuidar de gentes los misterios
y querencias de extraños sentimientos.
Deseos, para dar tregua y sentar
aquello de penar,
hojas que trae el viento,
variedad para lo nuevo.
Esas ternuras, tantas sin nacer,
noticias pinceladas de un paisaje
que asombra
y fascina al firmamento que se mueve
y espera descubrir aquello abstruso,
tu suspiro ardiente, tu beso descubierto
que se llevó tu leve desconcierto.
Y tus silencios cubren
y tus silencios te guardan
y cortinas de humo borran tus palabras,
verbos que decir ni escuchar en papel quieres.
Parece que te cierras en la nada
y en ti resbalan ciertas las miradas,
ojos que te arrinconan,
¡qué callada está la Luna,
esa cara amarilla que tu tristeza descifra
hasta llegar el alba!, que silenciosa marcha
y deja tus verdes esmeraldas inquietas
tras un velo de pestañas,
para ocultar las pizcas de lluvia
que arrastra tus silencios,
las heridas por no haber escuchado los cortejos
que, en la tarde de ayer,
antes de nacer, tú te esperabas.
Manolo Madrid
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