Renacer cada día
Iniciar de nuevo el sendero,
sin olvidar el aire de siempre,
queriendo apartar su aroma,
conociendo que a la espalda
llevamos pegado el peso
de las culpas y resbalones
que brotaron de simientes
que arrojamos al lindero
y que serán añejos pasos
que repetirán la historia
en el sorpresivo universo,
con ojos que ayer nos vieron
de viejos colores teñidos;
y dejar maulas y equipajes
consignadas en otra vida,
valijas de ilusión repletas
en baúl de vieja madera
donde archivar decepciones,
estorbos para el viaje:
extraños ojos del alma
desgarrones de tu inocencia,
enganchados en una arista
que no deseas dejar,
tu herencia.
Y te sacudes de encima trizas
para dar brillo a tu coraza
forjada de arcaica experiencia
que te guarda mientras vives;
mañanitas que brincan,
blancas hojas de libro sin redactar
que no tienen previsto final,
un empeño en arar los surcos
que el destino nos preparó
mientras abres tus pupilas
observando rutas distintas:
tejas pardas sobre paisajes,
esperanza de abiertas manos
que asirán doradas cancelas
o ilusiones con puertas francas
que estuvieron ayer dormidas
en colores de mar y cielo
aún repletas de expectativas.
Manolo Madrid
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