No mires a los lados
Pero me abstraigo en el camino,
ojos que se llevan zuritas que vuelan,las torcaces que transitan
alborotadas por el Sol que se va y se pone,
y cruzan embobadas la carretera ámbar,
asfalto amarillo y deslumbrante mientras huyes
con tus manos al volante y regalas la vida
a la tórtola perdida, paloma que atraviesa
ante tu propia huida;
deja que pase el campo
y se aleje a los lados
y tú, conduce,
mira al frente,
olvida los flancos,
son barbechos pardos,
son eriales y tierras de secano, para que
salten de cunetas pájaros apresurados
y tú, marcha y olvida, no mires a los lados,
quizá salte una gaya buscando nido o casa,
pareja que cuide patria;
al abrigo... pichones escondidos.
No mires a los lados ni oigas los ruidos
y las manos al volante, ojos fijos
al dorado sol pintando valles, olivos,
la curva que reduce tu marcha de sigilo;
no mires a los lados y deja el lecho abierto
para otro destino,
para más mendigos,
pobres de amor,
perdidos de la vida que saltan raudos
al camino. Pero tú... tus manos al volante
y no mires a los lados, deja que corran
los campos, deja que salten las perdices, deja
que salten a los lados y no mires, olvida...
deja que pasen los eriales, las lomas, prados,
y llegue la Luna que sirve para pintar
iguales las cunetas, las torcaces, y la huida
que te lleva tan largo, y no mires a los lados.
Manolo Madrid
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