miércoles, 21 de mayo de 2025

 El cancerbero


Enrieto puro con estrambote


Y sostuve los ojos, mirada de acero,

Cancerbero tenaz vigilaba la barca,

de Caronte, remero del lago que marca

tu paseo final por moneda de herrero.

El metal es la plata, tu lengua el puchero

donde guardes el pago acordado que abarca

el camino para Hades que guarda la Parca

con miradas rojizas, brillantes luceros.

A mi rostro llegó el vendaval por entero

que las sierpes soplaron con fuerza en la charca

y el extremo, dragón pendenciero que abarca

el confín de la vida, final del sendero.

Sobre el brillo en la barca, cabezas de perro

amenazan tu viaje, feroces cincuenta:

parecían ladridos salvajes de fierro.

Sus colmillos mostraban resueltos, incruenta

amenaza a los muertos que llegan, destierro

para siempre del cuerpo callado, a la cuenta.

Y encontré los portones de fuego, mi entierro,

con almenas y torres, marcando en un cerro

el destino del muerto en un cuarto a la venta.

No descuides tu cuenta,

ella siempre lo intenta,

ya que siempre te ofrece billete gratuito

para darte un paseo en un día fortuito.

 

Manolo Madrid

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