sábado, 31 de mayo de 2025

 

Más de la vida

 

Anchos y dilatados

eran los pensamientos,

más aún que los campos

de arado sin roderas,

más que tierras sin dueño

y de viento polvaredas

y quizá sí, de ortigas

y de cardos repletos;

ideas que divagan

sobre mi torre escueta,

una que me sujeta

en calmosas tardes largas,

atalaya longeva

para ver horizontes,

donde tantos minutos

taimados se cosechan

con cierto sobrenombre

simulado de horas.

Abultadas gavillas, con íntimas brazadas,

de brotes estirados en áridas estepas

desbordándose todas de pláticas ajenas

y rencillas fingidas entre granos de arena,

bajo aleros de paja, de asilos y cobijos

contra los vientos cierzos y simunes ardientes

que se arraigan en tiempos con inútil desgana,

sometiendo los sueños y arrasándote el alma

y después relegarla a los pajizos barbechos.

Y unos detrás de otros arden setos, rastrojos

que otrora fueren dueños, como latidos canos

y olvidos en tu pecho; volubles que alzarían

un vuelo de sorpresas brotando en labrantíos

para ir después al cielo con veloz apariencia

en ruidosa mañana; es el pausado volar

de calandrias en ríos que se tuercen a ver

pampas, plegadas líneas de horizontes ajenos,

topos en madrigueras que saben tu jugada.

 

Manolo Madrid

 

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio