Cada día
Y cada día se estira cuesta arriba,
se vuelven pesados los pasosy viscosa goma
la suela de tus zapatos;
untuosas allí dejan las huellas
sobre el tamo de la vida
mientras tiendes la mano…
ávida y ansiosa,
voraz y mendiga.
Y pones ojos de lástima
y la voz meliflua
para suplicar la dádiva,
pedir la limosna, el billete de ida,
porque no quieres que el sol te tueste
recostado en aquella esquina,
ni que te miren
de lástima,
ojos de niño,
dándote con sonrisas un año de cariño,
ni de ninguna mujer,
ninguna que te pueda mirar sin saber
que el temblor de tus dedos
no espera ningún dinero,
ni espera un amor,
traído en flechazo de arquero,
sólo un billete de ida…
Y persisto y persevero…
y espero,
para emerger al camino
en autobús que no regrese
y nunca, jamás,
lleve equipaje que no necesite nadie,
algún bagaje de tu vida…
y que tú no esperas… a ninguno,
si es que alguien te pregunta
perruno…
Manolo Madrid
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