Las palabras
Y llegan, rebotando entre fatigas, palabras…
palabras usadas que dicen mentiras,quejas, iras
y frases amorosas en sumisos oídos
y propensos.
Y también para modular poemas
y darle cara al pueblo como vates y bardos
o políticos
falsos de pamemas y lisonjas
y, más que nada, para ser torpes araneros
de los dioses, de vírgenes y religiones
que no sabremos nunca de donde aparecieron,
ni quienes fueron nómadas
que las trajeron.
Señales que no traen etiquetas de viaje,
ni ruta o indicaciones de cabotaje, sellos
o letreros de aduanas o terminales aéreas.
¿Quizá sean mensajes de otras razas
o especies alienígenas?
Tantas que pudieran estar
concebidas en galaxias alejadas.
Y les damos importancia por usarlas
en despedidas agrias. Y las retorcemos
en congojas de celos, manifiestas pasiones
y recuerdos amargos
de amores que murieron.
¿Qué poseen los verbos en baúles de voz?,
cual si fueren frutos secos de inquietante sabor
e inéditas texturas antes de abrir su piel
y mirar con pudor la frase que las modera
provocando sentidos íntimos que no vemos,
que estimulan el alma, el amor, el odio,
tantas y tantas ilusiones inducidas
y ungidas de terciopelo
en cáscara de volanderas
ideas que se fundan con el simple trapiche
de viento que se guarda más tarde con rubor…
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