jueves, 18 de noviembre de 2010

Mañanitas de domingo




A veces, el corazón se ve obligado a perder sus querencias y recorres una y otra vez el sendero en busca de lo que amabas, como si por hollar más veces la hierba y resbalar más días los ojos sobre el paisaje pudieses recuperar la vida que te daba aliento.

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Mañanitas de domingo







Mañanitas de domingo

que lleváis ligeros mis pasos

para cruzar por el puente

al otro lado del río,

entre chopos y espadañas;

vereda de madrugadas

lavada con el rocío,

que recorre toda la orilla

de aquella isla callada,

donde rumores de agua

me acompañan entre trinos,

hasta llegar a los pinos

donde reposa mi amada.

Espliego que de recuerdo

me traigo luego a la casa,

mirando sólo las sombras

que la bruma difumina,

apareciendo sutiles

desde la mansa corriente,

algunas veces con lluvia

otras con cielo abierto

sacando al Sol desde el Duero

pintando alhucemas de malva;

olores que luego guardo

en un bolsillo escondido,

en un pliegue de mi alma.

Alguna mañana llovía

sobre la helada retama,

pero eran gotas extrañas

que al caer entre mis labios

parecían de agua salada,

por recordar tantas veces

en que ella, dulce mía,

despacio me acariciaba;

después fueron mis huellas

las que dejaron marcada

la senda de tantas idas,

las mañanas de domingo

de festivo las mañanas.

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Manolo Madrid

Del poemario “Soplador de vientos”





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