Del futuro
(De “Rumores del Duero”)
Cuando alcé triste mis ojos
para no contemplar nada,
supe de ríos sin agua
y de los mares sin peces,
de los árboles ajados
y de las flores ausentes,
de las hojas y las ramas
que crecerían sin fruto;
cuando miré todo aquello
que mi memoria sabía,
presentí que este planeta,
un mundo de seres idos
una llanura de locos,
se disgregaba completo
y luego se deshacía,
y adiviné que a las gentes
de esta heredad olvidada
nada en su Edén le quedaba;
y cuando vi el horizonte
entre océanos sin agua
y con sus páramos yertos,
llegaron de nuevo claros
esos sueños de recuerdos,
de la historia viejos
cuentos,
relatos de mil batallas,
guerras del millar de miedos
y aquellas lizas tan cruentas
que sin motivos se hicieron;
y cuando los quise leer,
¡ay que risa y que dolor!
lleno de angustias y sueños,
encontré las bibliotecas
con escritos libros rotos,
ajados y heridos, todos
con la ceniza cubiertos
y en la ponzoña del aire,
los soldados y guerreros,
devotos a sus caudillos
suprimiendo las palabras
que nos decían: mañana;
dulces palabras escritas
con letras hechas sin tinta,
manuscritos sin mentiras;
cuando quise oír profetas,
tropecé entre las montañas
oradores, políticos,
líderes esclarecidos
de futuros imprecisos
que sonriendo prometían,
aranas en nuestra Tierra,
la esfera sobresaltada
que colgaba de su estrella;
y cuando cerré los ojos,
antes de la amanecida,
presentí de aquella noche
que faltaba madrugar;
y cuando quise olvidar
para revivirlo en mi paz,
respiré tanta tristeza
sintiendo arañar su garra
y cortar lleno de ira
el grito de mi garganta.
Manolo Madrid