Yo quise ser vagabundo
Segundo premio certamen
Torrejón de Ardoz,
16 de marzo, 2016
Asociación Cultural Caminos
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Deambular en la
quimera de una vida sin techar,
sin sujeciones que
te aten,
con el sendero
apuntando hacia la loma
donde se esconde
el sol,
con el telón de
las estrellas
que giran en tu universo
inquietante,
pero deseado;
dispuesto a caer
en cualquier lugar
donde un ciprés te
anuncie
una cama para la
eternidad,
un zurrón de
ningún manjar
y vistas al espacio
sideral.
Inspirado en la
música del film “La ciudad sin ley”.
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Yo quise haber nacido en el
recodo
de un camino. Nacido bajo
cielos
de estrellas bien curtidos y poniente
soplando espigas tiesas, que
cantasen
de noche con susurros y
gemidos.
Y caminar mirando algún
futuro,
explorando mi sueño, que con
suerte
nunca hallaré cumplido; mi
deseo
más vehemente: hacer camino
largo,
pasear bajo el cielo,
despedir
a la gente mirando siempre al
rostro;
montes en mis pupilas y, en
mis cejas,
la lluvia que cayese de
torrentes.
Nunca
quise tener casa, un hogar
que me tuviese, ya me tengo
solo
para aliviar las penas con el
musgo
de las piedras. Calmar hambre
y la sed
en arroyos, maizales y
trigueros
que han corrido los vientos
caminantes
y han dormido entre barros y
zarzales;
dejadme que persiga blancas
garzas,
grises tordos, torcaces que
se elevan
encima de los cauces y
recorren
nubes sin tropezarse, gritos
tercos
en muriendo las tardes y
gorriones
que se columpian cultos de
los aires.
Y
entre nieves y barros romper huellas
que dejaron algunos más
urgidos.
No deseo encontrar choza ni
techo
que me aliente a quedarme
protegido.
Quiero ver horizontes, quiero
oler
mi destino enredado entre
cipreses
que bordean suspiros y
murmullos
que se fueron sin quejas de
este mundo.
Y sin que nadie encierre mis
atajos,
quiero que me etiqueten
vagabundo
y volar como grajos y escalar
como gavinas, déjenme ser mar
que se mece y bandea
libremente.
Entonces
navegar como goleta
o bajel de cañones atestado
y dejar en mis palos descansar
las gaviotas que gritan
¡tierra, tierra!
Y echar de nuevo pasos al
camino
en busca de mi suerte y el
hatillo
con pan y vino, pan de trigo
ajado
en cunetas y vino, tibio al
sol
o frío al cierzo, viento que
me empuja
cuando subo rendido,
mendigándole
un paso más, un día más
errante,
otro instante mirando el
universo
como ojeador de estrellas
ambulante.
Manolo Madrid
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