viernes, 27 de junio de 2025

 

Yo quise ser vagabundo

Segundo premio certamen Torrejón de Ardoz,

16 de marzo, 2016

 Asociación Cultural Caminos

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Deambular en la quimera de una vida sin techar,

sin sujeciones que te aten,

con el sendero apuntando hacia la loma

donde se esconde el sol,

con el telón de las estrellas

que giran en tu universo inquietante,

pero deseado;

dispuesto a caer en cualquier lugar

donde un ciprés te anuncie

una cama para la eternidad,

un zurrón de ningún manjar

y vistas al espacio sideral.

Inspirado en la música del film “La ciudad sin ley”.

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Yo quise haber nacido en el recodo

de un camino. Nacido bajo cielos

de estrellas bien curtidos y poniente

soplando espigas tiesas, que cantasen

de noche con susurros y gemidos.

Y caminar mirando algún futuro,

explorando mi sueño, que con suerte

nunca hallaré cumplido; mi deseo

más vehemente: hacer camino largo,

pasear bajo el cielo, despedir

a la gente mirando siempre al rostro;

montes en mis pupilas y, en mis cejas,

la lluvia que cayese de torrentes.

Nunca quise tener casa, un hogar

que me tuviese, ya me tengo solo

para aliviar las penas con el musgo

de las piedras. Calmar hambre y la sed

en arroyos, maizales y trigueros

que han corrido los vientos caminantes

y han dormido entre barros y zarzales;

dejadme que persiga blancas garzas,

grises tordos, torcaces que se elevan

encima de los cauces y recorren

nubes sin tropezarse, gritos tercos

en muriendo las tardes y gorriones

que se columpian cultos de los aires.

Y entre nieves y barros romper huellas

que dejaron algunos más urgidos.

No deseo encontrar choza ni techo

que me aliente a quedarme protegido.

Quiero ver horizontes, quiero oler

mi destino enredado entre cipreses

que bordean suspiros y murmullos

que se fueron sin quejas de este mundo.

Y sin que nadie encierre mis atajos,

quiero que me etiqueten vagabundo

y volar como grajos y escalar

como gavinas, déjenme ser mar

que se mece y bandea libremente.

Entonces navegar como goleta

o bajel de cañones atestado

y dejar en mis palos descansar

las gaviotas que gritan ¡tierra, tierra!

Y echar de nuevo pasos al camino

en busca de mi suerte y el hatillo

con pan y vino, pan de trigo ajado

en cunetas y vino, tibio al sol

o frío al cierzo, viento que me empuja

cuando subo rendido, mendigándole

un paso más, un día más errante,

otro instante mirando el universo

como ojeador de estrellas ambulante.

 

Manolo Madrid

 

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