jueves, 20 de noviembre de 2025

 

Plaza de Arias y tilos

Del poemario “Rumores del Duero”

 

Asimétrica, alargada,

de extremos curvados

y pasos empedrada,

entre muros de conventos,

y casas de devociones,

redoblando campanadas;

la parentela de tilos

suben altivos en el centro

alineados y verdes,

hasta caer el invierno;

las sombras abrigan luces,

lentos susurros, silencios

y tal que día tras día

viene adormilando el tiempo,

como que noche tras noche

no doliese nada

y no soplase cierzo.

Desde la estrecha acera,

de redondos veladores

y sillas avecinadas,

la que nació porticada,

dejo resbalar mis ojos

en cierta aromada tarde

esperando las campanas

unas de San Ildefonso,

más profundas y más roncas,

tan lentas, tan espaciadas,

atrayendo en tales voces

a Musas y tantas diosas

para que rimen palabras,

esas que inspiran poemas

a la placita de tilos,

austera plaza de Arias.

 

Manolo Madrid

martes, 18 de noviembre de 2025

 

Te dejé en la sombra

De mi poemario” Colmando las alforjas”

 

Claro que te dejé en la sombra

y me olvidé de tu nombre,

un nombre enamorado, enamorado y sutil,

como un calificativo para apelar a ti

para traerme a ti,

para que tú nombre pidiera mi boca,

pidiera mis brazos y gemir como una loca, estremecida en la noche

hasta rezar al alba para dar las gracias al Cupido intransigente

y rogarle nuevas vigilias de pasión ardiente.

Y te dejé en la sombra y olvidé tu nombre

entre camelias y azucenas que desgranaban la noche,

entre jacintos y rosas

que desfiguraron tu sombra,

sombra en brazos complacientes,

tu nácar fulgurado por Diana,

tus ropas abrigando el césped y tus gemidos de nuevo hirvientes:

otros brazos, otra simiente, otra noche de enamorado, otras manos

que fuertemente te estrecharon hasta el amanecer despechado.

Y me olvidé tu nombre, te dejé en tu sombra, entre besos ajenos,

entre aroma de traiciones,

entre celos atropellados, entre hierbas que se enredaron

en mis pies menospreciados de susurros y gemidos,

entre amapolas asustadas por mis pasos huidos,

pasos movidos por celos,

por celos de enamorado,

por temblores de ira,

de furor arrebatado.

Te dejé en la sombra, entre aromas hirientes,

entre reflejos de nácar de tu piel ardiente,

entre ropas desperdigadas sobre el césped,

entre brillos de piel nacarada,

brillos de luna,

brillos de Selene,

entre la sombra…

tu piel reluciente.

 


Manolo Madrid

sábado, 15 de noviembre de 2025

  

 

----- El autobús -----

De mi poemario “Colmando las alforjas”

 

Tabletea el incordio en el asiento nueve,

el tiempo se adormece,

el pinar corre,

bajo las ruedas el espacio se alarga, se estremece,

viajan las ventanillas, brillan y se pierden;

bajo el sol y las nubes, en el asiento nueve,

los chopos gritan con sus brazos desnudos

que en el cielo se miran,

corren las ruedas y atrás se quedan perdidos almendros,

de blancas flores, frutos en ciernes.

Tabletea el incordio y mis párpados pesan,

mis ojos se duermen,

bajo el sol de ventanilla giran las ruedas,

bajo el sol de ventanilla los cristales miran

vidas que se alejan y otras que vienen,

caseríos y pueblos que están y se pierden,

se pintan de lejanía,

en las ruedas de autobús el tiempo merma,

el tiempo crece.

Tabletea el incordio, un cristal que se estremece

y mis párpados se vencen,

el autobús tiembla y su corazón late,

su corazón se mueve,

ruedas que no se pierden,

que siguen la cinta negra entre los prados verdes,

entre parcelas blancas, entre peñas y puentes;

tras los cristales llenos, viajan azules

los grandes cielos,

viajan las nubes y ruidos silentes;

tras los cristales nos siguen mirando pinares,

y las cepas sin brazos, tan indolentes,

y las uvas que esperan las primaveras verdes,

y las líneas perdidas en el horizonte

miran paradas al autobús que brilla

con ventanillas blancas, que presumen,

llenas de gente.

Tabletea el incordio en el asiento nueve,

el autobús avanza y se estremece

y llegará a la hora

en que la cinta negra,

en que la cinta muere;

en los cristales viajan montañas de la Castilla,

entre praderas verdes, entre praderas blancas;

y entre barbechos grises se remontan torcaces,

en los cristales viajan las cornejas y las liebres,

en los cristales viajan llanos y roquedales

y nutridas picarazas que pernoctan en los cables,

sobre los nervios largos que juntan postes

y atan ciudades,

centinelas toscos, escuetos militares,

crucificados cristos entre los cristales;

entre ventanillas, vidrio, donde viajan margaritas

y otras flores amarillas donde nunca crecen,

el autobús se escapa,

mis párpados pesan, mis ojos se duermen,

tabletea el incordio en el asiento nueve.

 

 

Manolo Madrid

 

viernes, 14 de noviembre de 2025

 

A mi madre

Del poemario "Colmando las alforjas"

 

 

He soñado en el último lugar de encuentro

y recordado la llegada de tu invierno,

aquellas nieves blancas de tu pelo,

blancas guedejas del recuerdo;

he soñado con tu manos, espigas de madrugadas

luchando contra el viento,

el llanto de un niño de recuerdo,

acariciando mis sueños que no serían buenos

y quizá se me perdieron.

Y tus manos abrazando mi recuerdo

y los caminos arrugados de tus dedos

que movieron en la noche

el invierno de mis fiebres,

el infierno de mis celos,

celos de adolescente,

que entonces se me perdieron.

He soñado en el último lugar de encuentro,

el invierno que navego con tu invierno,

y soñado con la bruma desvaída,

de tus ojos,

la calima que borra mis recuerdos

y he soñado, al recordar mi sueño,

con el blanco suspiro de tus cejas,

la blanca celosía de tus ojos

que rimaba con tu pelo.

 

Manolo Madrid

jueves, 13 de noviembre de 2025

 

Venimos de la feria

De mi poemario “Colmando las alforjas”

 

Gitanos y payos, ¡que venimos de la feria!,

¡felices y hermanados!,

entre ruidos y luces,

entre canciones y palmas,

¡que venimos de la feria!, sonrientes.

 

 

Y ya se ha marchado, entre cantinelas y palmas,

el Sol de media tarde,

el Sol que ya descansa;

que de la feria se ha ido

el Sol sonriente que pintó de amarillito

los colores que huelen,

los gitanos y payos entre churros y anisete,

entre canciones y aplausos y buñuelos

y zapateos flamencos

y Luna amaneciente.

Luna que canta luces y brillos

entre ruidos y sirenas,

Luna que oye como celebra la gente

y escucha como ladran los perros,

Luna de noche,

Luna sonriente,

Luna de palmas y canciones,

de bullicio, de ruidos y luces y cánticos

de gitanos que se arrancan

entre olores y aguardiente,

bulerías y soleá y tanguillos y tientos

y cañas y alegrías

y chocolate con churros,

tejeringos que huelen

y Luna sonriente.

¡Que venimos de la feria!,

entre canciones y palmas, caballitos de madera

y carromatos de colores y que montan churumbeles

bajo la Luna que alumbra los prados de afuera

donde el río murmura, entre espadañas y cohetes,

¡que venimos de la feria!, gritan las tracas

y brillos en el agua bajo el puente.

 

Manolo Madrid

 

 

lunes, 10 de noviembre de 2025

 

El globo

Del poemario “Colmando las alforjas”

 

Sentí llegar el flujo y arrastrarme

como un globo en el río,

es el aire que vuela

es el aire que sopla entre la piel que yo crío,

es un nudo, un atasco curtido,

un conflicto taimado,

un ahogo de viento que me deja encerrado,

que me deja escondido,

entre cáscara de plástico

entre el forro de mi sino,

mientras el sol me mira y me tiene mantenido

y me empuja flotando hacia mi destino,

es un fluir inconstante,

un discurrir ambiguo del camino,

un río de viento que enrosca nubes

y retuerce el agua reflejando un cielo

de nubes eternas,

un edén azulado

que parecía dormido.

Y el Poniente

rizando mi corriente de mis días

retorciendo el torrente,

una rampa agitada, un cuerpo frío,

un fluir de vida que salta peñascos,

acaricia riberas

espumando risas y carcajadas que rodaban

entre zopeteros y cañas,

vigilando mi globo,

que se pierde volando

y se encoge con el frío,

entre mis labios que se cierran

donde mueren palabras y los callan sentidos,

mueren heridos los besos,

las memorias,

los mimos recibidos

entre luces y sombras y aura que sopla,

aire abatido,

desinflando aquel globo diamantino.

 

 

 

Manolo Madrid

sábado, 8 de noviembre de 2025

 Arroz Blanco

Del poemario "Colmando las alforjas"


Vi tantas avideces en batalla,

tantas miradas fijas de infantiles

contrincantes en lucha, desnudados

de la suerte buscándose el sustento

en un plato de arroz; fraternos dedos

arañando la comida, de limosnas

regaladas desde un mundo mejor.

Manos de otra textura resaltando

el blanco paraíso que da vida,

grano de cereal, un donativo

hervido sin más, lujo para gente

que va quedando atrás; otro planeta

con igualdad dormida en luengos años

que no recuerdan ojos de los ricos.

Príncipes con arteros patrimonios,

quien sabe conseguidos cómo y cuándo,

traídos de las tierras de abstinencia,

herencias esquilmadas por demonios

que robaron lo ajeno sin conciencia

para barnizar mesas sin arroz

que manche servilletas de mendigos.



Manolo Madrid

viernes, 7 de noviembre de 2025

 

Olvido

Del poemario “Colmando las alforjas”

 

Y desperté en la noche voceando

aullidos de ciprés a Luna llena,

gemidos de la fronda copulando

al río que sumiso se entregaba

en fecundos ribazos de estañado

transcurrir, inquietante como sangre

que regala la vida con su nombre

de castellano Duero, denso y glauco

en nocturnos acuerdos entre húmedos

susurros solitarios, faro altruista

que conduce mis pasos por la orilla

de acharolados brillos, refulgentes

prados, Diana rielada señalando

zopeteros de cañas y misterios

que saltan cual gazapos escondidos;

y me doy por perdido con las manos

tendidas por buscarte, sin hallar

la sombra de tu carne, de tu vida,

paraíso perdido en madrugadas

inciertas de rechazos insensibles;

de nuevo quiero aullar como un ciprés

que agita su estirada arboladura

cuando el viento la mece y la susurra;

entonces gemirá en nocturnidad

mi deseo epicúreo de tenerte

otra vez más, cual río que en su cauce

ciñe blanda sustancia y humedece

los brazos que le cercan por no dar

libertad al olvido que estremece.

 

Manolo Madrid

jueves, 6 de noviembre de 2025

 

Ella: de amor

Del poemario “Colmando las alforjas”

 

Le llegaba el ladrido desde el río,

el susurro del viento entre sabinos,

de raso mil caricias de la niebla,

de rosas mil espinas que se apartan,

de ortigas pies ligeros que las saltan

y cabellera rubia entre las ramas;

cuelgan tirabuzones, retorcidos

a su espalda, saltando a cada paso,

brillando del rocío que relumbra

sobre la piel morena que chispea.

Luego ondea la falda y alborota

la flexible cadencia entre caderas

y parece que vuela entre la hierba,

pies menudos descalzos entre lluvia,

flotando sobre gotas tan etéreas

amantes de su risa en primavera,

dulces reflejos de oro en su melena,

campanillas de plata cuando juega,

gorjeos de las ramas que hacen coro

a su canto de ninfa y de sirena.

Y los ojos de almendra que le miran

mientras corre entre flores y azucenas

y ríe alborozada, son cautivas

pupilas que contaban las regueras,

los trigos y cebadas; impaciente

corazón agitado en la mañana 

y da saltos y vueltas entre aromas,

mariposas sutiles y verbenas,

algazaras montadas en semillas,

carteras de la vida, ¡maravillas!

Y la ninfa aligera y deja huellas,

pintando la llegada con su prisa

alegría recién venida, afán

y esperanza reciente, ansiedad

de abrazar a su amante, labrador

que cosecha en el campo y la esperaba

tejiendo con brazadas las espigas,

esperando que llegue enamorada,

deseando que salte entre sus manos

la amorosa paloma a la que ama.

 

Manolo Madrid

 

 

miércoles, 5 de noviembre de 2025

 

El bandoneón

Del poemario “Colmando las alforjas”

 

Es cierto que me invadía

la vibración sostenida

de cierto tango argentino,

bandoneón que me besa

tras las cortinas de vida,

el alma que anda camino

corriendo por la avenida.

Y Carlos Buono suspira

entre el fuelle de mil notas,

entre dedos que galopan,

desde ojos que se emocionan,

corazón que late y vibra

para sacar de mi mismo

más lágrimas derretidas.

Es cierto que no me muevo,

ni pestañean mis ojos,

mientras agitan el aire

las notas que me enamoran,

gemidos de la Argentina,

dedos que saltan ligeros,

botones de laca fina.

 

Manolo Madrid