Vade retro
brillando con grandes
chispas, con rayos y con centellas,
el patrón de los infiernos,
príncipe de las tinieblas,
adornado con tridente,
mientras cuélgale el apéndice;
Satán cercado de azufre y
fetideces pestilentes
y profundos precipicios, el
arcángel más cabruno,
el de retorcidos cuernos, el
chamuscado chotuno.
Apenas
comparecido, viéndome de pie calmado,
blandió sus zarpas obscenas y
sus ojos colorados
por doblegarme anhelante
contra sus pies de caprino,
rabioso por la deshonra que
mi tranquila sonrisa
de su semblante y sus muecas
de amenaza se burlaba,
daba saltos y cabriolas del
barnizado tablado
hasta tallados cristales de
la araña del techado.
¡Lucifer,
no me acongojas!, me oyó agitándose un rato,
¡que no quiero poder, carne,
ni caudales de dinero
que la avaricia pidiere para
llenarme palacios!
Y tampoco me apuraron tus
acrobacias y cuernos,
que al igual que tus pezuñas
son de un animal prestados
y de tus fuegos y azufre que
mi casa han apestado,
tan sólo me han resultado un
cuento que alguien ha ideado.
Y en
un graznido de fuego que de su boca salía,
el demonio tan ardiente de
los ojos encarnados,
molesto por mi sosiego y mis
razones coherentes,
bramó de blasfemias miles e
inconfesables agravios
que dejaron vomitadas las
alfombras y los cuadros
de batracios y culebras que
chillaban insensatos,
hasta que el bufo marchó
sobre un trueno cabreado.
Manolo Madrid
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio