El recital
Ahora puso la vista atrás,
esforzado poetaen pos de su fervor;
pies apresurados entre fachadas,
casas destartaladas, zaguanes de olor,
tabernas umbrías de mortecina luz,
cristal esmerilado y figuras taciturnas
bebiendo a contraluz,
sus ojos aprendiendo, guardando,
sus pasos cargados,
cámara, trípode, bolso,
libros, de poemas la carpeta a rebosar,
inéditos para todos, conocidos para sí
y la prisa que le empuja
trae gotas de sudor en frente fría,
llovizna que lo desvirtúa,
aceras que guían el adoquín.
Y se resguarda de terraza a balcón,
en cornisas amplias de palomas
y golondrinas abrigadas en temblor,
es tarde para llegar
ya no canta el ruiseñor
y se despegan las ruedas del tráfico,
sólo un rumor
y dejan salpicar la lluvia,
dejan atrás su olor
y echa una carrera,
que no quiere olvidar poemas
y no quiere perder audiencia,
que la noche ya rompe cerca,
hasta ver la luz de la poterna,
él no cobra,
sólo espera aplausos al final.
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