jueves, 11 de septiembre de 2025

 

Saga de los molinos

 

              I

 

Os confundieron antaño

con gigantes maliciosos,

sin que hubierais hecho nada,

apenas moliendo el grano,

aleteando los lienzos

mientras chirrían suspiros,

en el campo sus silencios,

abriendo siempre los brazos

a los vientos que soplaron

desde los cerros más altos,

que los tenían girando

sobre la pesada piedra

que molía las almortas

y los trigos de los campos.

 

                     II

 

Después vinieron las guerras

para que ardieran las huertas;

los unos eran de izquierdas

y los otros de derechas,

pero todos reclutaban

soldados para contiendas;

se llevaron a los quintos

a los sextos y profetas,

se mataron los poetas

por la verdad que decían

y el molinero enganchado

en una puta escopeta.

Y se abandonó tu muela

en silencio y sin trabajo,

mientras pendencias llevaban

el hambre por los collados

y se pelaban las granjas

por dar comida a soldados.

¿Qué susurraban las aspas

con las noticias del viento?,

que venían tan lejanas

sin traer noticia alguna

del molinero embaucado

por un civil avariento.

 

                 III

 

Algunos años pasaron…,

los soldados regresando

para enterrar a los muertos

y sacar de las campiñas

las bombas que no explotaron,

volver a poner tejados

y levantar los linderos

que los tanques destrozaron;

se molieron los centenos

y los trigos se cribaron,

se amasaron nuevos panes

y algunas artes flamantes

desecharon con descaro

a los molinos de siempre,

las labores que de viejos

realizaban dando vueltas

con sus aspas agitadas,

rompiendo el filo al paisaje,

moliendo el hambre del campo,

sin recibir un domingo

que viniera de descanso

para moler un distingo

de señoritos en coches

que no tiraban caballos.

 

                     IV

 

Ahora,

os han pintado de limpio

y han encalado de blanco,

arreglado vuestros brazos

y remendado las telas

que gritaban en colgajos;

os han dejado carteles

para evocar el pasado,

reparando vuestras losas

y, de los remos, los paños.

El molinero no ha vuelto

porque un tiro lo ha matado

y quedó en esa cuneta

donde no crecía el grano,

pero el molino se yergue

en la cima de un collado,

aunque no suenen las muelas

que antes rompían los granos

para dar pan a las mesas

de los pobres y los amos.

 

Manolo Madrid

 

 

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