Madrugadas rotas
¿Qué aura vagaba en tus noches,
dejando prendidas las esquinas del alma
con húmedas páginas, regadas con sangre de tinta,
labradas y tejidas de tantos reproches?
Que, en la oscuridad,
herida por tus ojos buscando la calma,
saltasen brisas de tantos recuerdos, que tus manos
alejaban de tu substancia con grandes aspavientos,
a largas manotadas, queriendo apagar las penas,
ansiando romper congojas y desconsuelos
que arden en la madrugada.
Y los labios... los labios secos,
los labios que recitan oraciones de argonautas
sin saber donde se ocultan los olimpos de los dioses,
sin recordar cuales son los nombres de las hadas
que convierten en carrozas cortezas vacías,
para correr desesperadas
tras una Luna que vuela en pálidas y hueras pampas
de hierbas sedientas y agitadas,
de amores de la infancia que tanto perseguías
hasta que llegaba, ligera, la nueva amanecida.
Y más, y más, y más que van derritiendo las culpas
como dedos temblorosos que ansiaran la piel
de diosas de las palabras, de mujeres y ninfas hermosas,
reflejos que se pierden y te van dejando solo...
sin dolores que te mencionen.
Y en el silenciar de la estrella,
la que navega en tu cielo, aquella,
sin ningún descontento, miras la brasa de su pañuelo
que se agita en colores de iris en el cielo
para limpiar las gotas... que de tus pestañas rotas
en algún oasis hubieren caído al suelo.
Manolo Madrid
Etiquetas: auras, culpas, Manolo Madrid, Noches, poesía, sangre de tinta
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