¿Cuántos años?
Y son esas historias que te vencen al filo de coger el sueño, algo que surge de la oscuridad, como un susto que salta desde una mata del borde del sendero y se apodera de tu pensamiento haciéndote elucubrar...
Cuantos años
¿Cuántos años estamos
en el corazón de alguien?
¿Cuántas vidas se viven
hasta esbozar la verdad
y evaporar los clichés
que surgen difuminados?
Imágenes para rezar
y descargar penas propias,
retratos de estantería,
una foto desvaída
de rostro difuminado
por el trajín de la vida;
extrañas evocaciones
que prolongan el camino
hasta que parece eterno
y a uno le achacan
descalabros o victorias,
viejas cosas que pasaron,
más por que habían de ser
que, por que se antojaron.
Y se habla y se dice
y dejan volar en aire
los descontentos ciertos,
algunos y otros llevados
por vínculos egoístas
que ataron los recuerdos,
envidias y soterrados:
“yo quiero y quiero”;
tantos y tantos caprichos
insatisfechos de alguno,
de carne como la tuya.
Y tu mano sin varita
de mago que lo idease
regio para regalarle:
dádiva inesperada
que comprara su sonrisa
haciendo de adherente
para hospedar simpatías
del corazón en su mente.
Y aparenta que nunca
se desvanecen ni mueren,
sacros motivos, pretextos
que divinizado hubimos
como si fuesen cruzadas
persistentes en el tiempo,
como raíces de sauce
que cada día avanzan
lejos, buscando causas
como busca la acequia
aquel salguero viejo.
Y rumian y tascan y roen
masticando las historias
del indiferente muerto,
imaginándolo vivo
hasta dejarlo herido
y publicarlo maltrecho
con el impulso del céfiro
que sopla más diligente,
colgándolo en el techo,
como si fuese de bronce
una fulgente araña,
reclamo indiferente
de bombillas guardesas
que iluminaban tardes
de prematuros otoños,
bosquejando alumbradas
guirnaldas de humo mate
que abajo se retorciese.
Cumpleaños de invierno,
regocijos y festejos
donde no fue invitado
para ningún agasajo
uno que desean muerto,
aquel que será mentado
por bocas de mil mohines
ofensivos y sutiles,
para que salgan del nicho
todos los huesos mondados
y los restos más nimios
con bien alineados dientes
para reír en la fiesta,
bajo dos amplios huecos
de ojos inexistentes,
pitanza para gusanos
de mirar indiferente.
Etiquetas: Cuántos años, las vidas, Manolo Madrid, poesía
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