Sinestesias
y apretados labios musitando rezos,
añoranzas blancas de mi sinestesia,
musicales notas en color de iris
y oraciones secas en aroma de lilas
que nada reclaman y a nada saben
y a nada atañen para roncos besos
de añiles labios, cuadriculadas bocas
dispuestas en sombras
de noches negras en sol gregoriano,
música de mimos
y sumisas mieles que te empujan
para no llegar nunca y descubrir
grises desconsuelos
en mis madrugadas;
y pasos de Dios regando escalas opacas,
transparentes banzos
y luces que se escapan,
huellas de pausas densas,
para oír las horas
donde susurran auras y huyen ideas,
hijas alocadas de corduras vanas
teñidas si duermes con roja ira,
perfiles soñados de ciudades santas
y dioses extintos en guerras de sangre
y flautas de hiel; orificios urdidos
por donde escapan palabras del alma
en agria quietud, desnudando tu piel
y, en tus ojos, océanos de lágrimas,
frutas insípidas que curten las manos
temblonas de piel pálida y sudada,
fieles de la muerte y fieles de las armas.



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