Dónde van
que por más que preguntaba a los cipreses centinelas
que por la noche velaban las lindes del camposanto,
que por mucho que hostigaba a los luceros vigilando
y por más que rebuscaba en la vigilia en altozanos
entre los búhos y grillos buscando a resucitados,
nunca encontré los espectros que eludiesen los osarios,
ni espíritus transparentes que apareciesen volando
mientras sus huesos confiaban para teñirlos de blanco,
con rumbo desconocido, senda de cierto legado,
alguna perdida herencia de un planeta extravagante,
donde el amo de las cosas allí quisiera hospedarlos.
¿A dónde marchan las almas sin realces ni sudarios?,
que nunca me lo explicaron a pesar de preguntarlo,
sin que preverlo pudiese, ni acreditarlo tampoco,
que encontrar quiero a mis deudos para irles acomodando,
y que me busquen un sitio donde tengan buena vista
del camino ensortijado que cimbrea hasta allí arriba,
para ver a los que llegan a llorar arrodillados,
para esperar con paciencia a mis camaradas y amigos
que me debieron tan largo, y a tantos más allegados,
a quienes serví el regalo de la vida que disfrutan
sin agradecerme el tanto, pensando que era obligado
que les trajera a este mundo sin pedirles nada a cambio.
Manolo Madrid
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio