Ella: de amor
Del poemario “Colmando las alforjas”
Le llegaba el ladrido desde el río,
de raso mil caricias de la niebla,
de rosas mil espinas que se apartan,
de ortigas pies ligeros que las saltan
y cabellera rubia entre las ramas;
cuelgan tirabuzones, retorcidos
a su espalda, saltando a cada paso,
brillando del rocío que relumbra
sobre la piel morena que chispea.
Luego ondea la falda y alborota
la flexible cadencia entre caderas
y parece que vuela entre la hierba,
pies menudos descalzos entre lluvia,
flotando sobre gotas tan etéreas
amantes de su risa en primavera,
dulces reflejos de oro en su melena,
campanillas de plata cuando juega,
gorjeos de las ramas que hacen coro
a su canto de ninfa y de sirena.
Y los ojos de almendra que le miran
mientras corre entre flores y azucenas
y ríe alborozada, son cautivas
pupilas que contaban las regueras,
los trigos y cebadas; impaciente
corazón agitado en la mañana
y da saltos y vueltas entre aromas,
mariposas sutiles y verbenas,
algazaras montadas en semillas,
carteras de la vida, ¡maravillas!
Y la ninfa aligera y deja huellas,
pintando la llegada con su prisa
alegría recién venida, afán
y esperanza reciente, ansiedad
de abrazar a su amante, labrador
que cosecha en el campo y la esperaba
tejiendo con brazadas las espigas,
esperando que llegue enamorada,
deseando que salte entre sus manos
la amorosa paloma a la que ama.



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