Te recibo
Te recibo en mi madrugada temblorosa
con labios que balbucean,
tímidos labios de amor;
labios de lejanía,
cuando abandones y te marches
con pasos de vencedora,
trompetas y clarines que me avasallen
en madrugada lenta,
rosicler que va naciendo de violetas
y tonos malvas;
y te recibo con tus labios de piel de seda,
con tus besos de sabor a miel.
Y es así como la vida me alienta
haciéndome temblar y dejándome nacer
con tus besos adheridos y tus ojos brillantes,
lagunas ambarinas y heridas ciertas del alma,
la que tú pretendiste, la que tú abandonaste,
una que tembló ardiendo de madrugada,
en la alborada incierta;
incierta tu mirada,
lagunas que me turban, tan profundas que me raptan,
inciertos tus labios dulces
con tus caricias de seda,
entre ráfagas de luces,
entre noches irisadas;
noches que deslumbran y me dejan en desamparo
cuando de mí te apartas,
momento en que me empujas de tu trono, de tu cama,
hasta el légamo del amor sórdido
recordando de
madrugada aquellos temblores de ti.
Y te recibo, de anochecida, en el amanecer de mi alma,
para que tú germines la gloria,
incertidumbre de tu cama y sábanas de ardor,
almohada de dos que sujetan mis besos,
besos y más besos,
besos de seda y pétalos de Erato, de Erato enamorada,
poemas de tu amor.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio