No me siento solo
(De mi poemario “Colmando las
alforjas”)
La noche que miro al cielo, ya no me siento solo,
la noche que me rebelo y me dejo llevar al montey dejo que mis pasos suban largos los senderos,
senderos enredados entre aromas de los espliegos,
ya no me siento sólo.
Y ya no me siento solo la noche que me paseo,
porque subo mis ojos limpios
para mirar estrellas,
para mirar luceros,
para contar las nubes;
y no me rindo y no me canso
si las estrellas me miran,
si los luceros me oyen
o si las nubes me guiñan
la Luna que allá camina.
Y entre perfiles y brillos,
entre brillos y destellos y luminarias del cielo,
mantones de mil Perseidas y galaxias que se esconden,
marca el sendero Selene de misterios que se rompen,
mientras oculto mis pasos entre las trochas pardas,
mientras oculto suspiros bajo el jubón y los fardos,
mientras arreo el borrico que se ha dormido en los prados.
Y entre negrillos y castaños, mi perro corre en silencio
y ulula el búho su canto, llamando a las sombras frías,
que porfían desde las nubes
y desde las nubes vuelan tapando lo que tú hacías,
para que borren el brillo que hubo pintado Diana,
la huella que me persigue denunciando lo que sentía,
el brillo que deja el rastro cuando salgo por las noches
para llevar de estraperlo
el contrabando del día.
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