El autobús
Tabletea el incordio en el asiento nueve,
el tiempo se adormece,
el pinar corre,bajo las ruedas el espacio se alarga, se estremece,
viajan las ventanillas, brillan y se pierden;
bajo el sol y las nubes, en el asiento nueve,
los chopos gritan con sus brazos desnudos
que en el cielo se miran,
corren las ruedas y atrás se quedan perdidos almendros,
de blancas flores, en ciernes frutos.
Tabletea el incordio y mis párpados pesan,
mis ojos se duermen,
bajo el sol de ventanilla giran las ruedas,
bajo el sol de ventanilla los cristales miran
vidas que se alejan y otras que vienen,
caseríos y pueblos que están y se pierden,
se pintan de lejanía,
en las ruedas de autobús el tiempo merma,
el tiempo crece.
Tabletea el incordio, un cristal que se estremece
y mis párpados se vencen,
el autobús tiembla y su corazón late,
su corazón se mueve,
ruedas que no se pierden,
que siguen la cinta negra entre los prados verdes,
entre parcelas blancas, entre peñas y puentes;
tras los cristales llenos, viajan azules
los grandes cielos,
viajan las nubes y ruidos silentes;
tras los cristales siguen mirando pinares,
y las cepas sin brazos, tan indolentes,
y las uvas que esperan las primaveras verdes,
y las líneas perdidas en el horizonte
miran paradas al autobús que brilla
con ventanillas blancas, que presumen,
llenas de gente.
Tabletea el incordio en el asiento nueve,
el autobús avanza y se estremece
y llegará a la hora
en que la cinta negra,
en que la cinta muere;
en los cristales viajan montañas de la Castilla,
entre praderas verdes, entre praderas blancas;
y entre barbechos grises se remontan torcaces,
en los cristales viajan las cornejas y las liebres,
en los cristales viajan llanos y roquedales
y nutridas picarazas que pernoctan en los cables,
sobre los nervios largos que juntan postes
y atan ciudades,
centinelas toscos, escuetos militares,
crucificados cristos entre los cristales;
entre ventanillas, vidrio, donde viajan margaritas
y otras flores amarillas donde nunca crecen,
el autobús se escapa,
mis párpados pesan, mis ojos se duermen,
tabletea el incordio en el asiento nueve.
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