Hoy acaricié
De mi poemario “Colmando las alforjas”
Hoy acaricié la mano...
la mano que se tiende desde la sombra del día,
la mano que en la noche se dormía,
temblorosa,
mendigando la moneda, mendigando mi limosna;
hoy sentí, más fría, la piel de otra persona,
escondida en aquel hueco, oculta entre la sombra;
y vislumbré aquel brillo
como luceros temblando,
como faroles perdidos
en la galaxia que gira sobre las cimas nocturnas,
ventanas que nos miran.
Y vislumbré aquel berilo
de ojos que aún vivían,
que esperaban su destino,
que brillaban entre ropas que tapaban al mendigo.
Su rostro se escondía entre pobladas melenas,
oscuras encanecidas, y labios hechos de arrugas,
prendas desperdigadas y atadejos de ropillas,
los cinco dedos abiertos
mendigándome comida.
Hoy toqué la mano de aquella piel más fría,
hoy dejé calor
de mi lástima sentida sobre la piel de la sombra,
sobre la piel renegrida,
hoy me miré en un espejo
escondido entre la sombra,
en el brillo de berilo que agradeció mi limosna.
Después fueron cortinas,
pestañas que me ocultaron
los brillos de aquellos ojos
y se escondió aquella mano
asustada de la mía.
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